ESTADO DE CONSERVACIÓN DE LOS AMBIENTES NATURALES DE ANDALGALÁ
CUIDAR LA TIERRA:
En esta sección se publicará información respecto de impactos ambientales en los ambientes naturales del Departamento Andalgalá, detectados in situ, durante los diferentes relevamientos de campo efectuados, complementados con información obtenida a través de contactos con los pobladores y busqueda bibliográfica. El contenido de esta entrada también puede ir cambiando con la obtención de nueva información y datos.
Actualmente el patrimonio natural de la región presenta un estado de conservación entre bueno y regular (según la zona), sin embargo algunas actividades antrópicas presentes y proyectadas representan una amenaza muy grave, no solo para la flora, fauna, gea, aire, agua y suelo que lo conforman; sino también para la vida y la economía de la población local, cuya existencia y supervivencia a futuro está estréchamente vinculada a los beneficios obtenidos a partir de sus servicios ambientales.
LA AUSENCIA DE ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS EN ANDALGALÁ
El Convenio Internacional de Biodiversidad (CDB) funciona a través de la Conferencia de las Partes (COP), que se convoca cada cierta cantidad de años a sesionar , revisar las metas establecidas en el pasado y redefinir otras nuevas para el futuro. La última vez se estableció que para 2020, al menos el 17 por ciento de las zonas terrestres y de aguas continentales debieran esar preservadas por medio de sistemas de áreas protegidas administrados de manera eficaz y equitativa, ecológicamente representativos y bien conectados y otras medidas de conservación eficaces basadas en áreas, debiendo estar integrados en los paisajes terrestres y marinos más amplios. Al momento no se ha efectado la evaluaciópn de esta meta, sin embargo conviene aclarar que para el 2010 esta meta era del 10% y se llegó casi al 13%.
15.1. Velar por la conservación, el restablecimiento y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y los ecosistemas interiores de agua dulce y los servicios que proporcionan, en particular los bosques, los humedales, las montañas y las zonas áridas, en consonancia con las obligaciones contraídas en virtud de acuerdos internacionales.
15.2. Promover la gestión sostenible de todos los tipos de bosques, poner fin a la deforestación, recuperar los bosques degradados e incrementar la forestación y la reforestación a nivel mundial.
15.4. Velar por la conservación de los ecosistemas montañosos, incluida su diversidad biológica, a fin de mejorar su capacidad de proporcionar beneficios esenciales para el desarrollo sostenible.
15.9. integrar los valores de los ecosistemas y la diversidad biológica en la planificación nacional y local, los procesos de desarrollo, las estrategias de reducción de la pobreza y la contabilidad.
Las áreas naturales protegidas además posicionan estos atractivos turísticos dentro de la oferta recreativa: de acuerdo a estudios de mercadeo, se sabe fehacientemente que un potencial visitante siempre preferirá más un sitio natural con este estátus legal que uno que no lo tiene.
Andalgalá tiene sobradas condiciones para ser un destino turistico formidable y mover la economía local sin necesidad de intervenir su entorno natural y comprometer o encarecer su existencia. Fotos: Senderos de Andalgalá.
2) Está demostrado que aquellos recursos turísticos localizados en áreas naturales protegidas son más atractivos para los visitantes que los que no cuentan con este estátus legal de protección.
3) Está demostrado que aquela localidad ocomarca que se promociona o promociona su producción con imágenes de un parque nacional cercano o un mapa donde figura uno, tiene más llegada y se posiciona mejor en la región y el mundo que una que no.
Lamentablemente la República Argentina es uno de los pocos países latinoamericanos (junto a Uruguay, Paraguay y Brasil) que nunca ha alcanzado las metas establecidas periódicamente por la COP del CDB. Además de ello, por ser un país federal y por ser los "recursos naturales" potestad de las provincias (art 124 de la CN), existe un entramado de regímenes legales a nivel nacional, provincial y municipal, bastante complejo en materia de áreas naturales protegidas (cuando no, directamente inexistente), con normas disímiles y contradictorias y así también lo que respecta a su aplicación.
A qué se pretende llegar con esto? a que las áreas naturales protegidas sólo serán herramientas válidas para la protección del ambiente y los bienes comunes, cuando cuenten con un régimen legal que asegure la conservación de la biodiversidad y todos los componentes de los ecosistemas y el patrimonio. Caso contrario, no sirven. Sabemos que hay áreas protegidas que realmente protegen y otras que no.
La cantidad de áreas naturales protegidas provinciales son 3 en total (Laguna Blanca, Sierra de Belén y Campo de Piedra Pómez, que totalizan alrededor de 1,1 millones de hectáreas (el 90% de la superficie corresponde a la primera), lo que totaliza aproximadamente el 10,7% del total de la superficie provincial (muy por debajo de la media nacional 13,5% y de las metas internacionales del 17%). Existe además una reserva natural privada de superficie muy reducida.
En cuanto a las ecorregiones representadas en las áreas naturales protegidas provinciales, la puna y los altos andes son los que tiene mayor cobertura, ya que la mismos está representados en el 95% de estos espacios. El mínimo restante se reparte entre prepuna y cardonal. Las otras ecorregiones no tienen áreas naturales protegidas provinciales en la provincia de Catamarca: monte, chaco seco, chaco serrano y yungas. La única reserva privada existente, si bien representa una gran iniciativa de sus propietarios, es una escasa superficie que no mueve el amperímetro de las estadísticas.
En conclusión: la situación del Departamento Andalgalá en materia de Protección, preservación y conservación de su patrimonio natural es muy débil, ya que no tiene áreas naturales protegidas y la normativa en esta materia (Ley Provincial 5.070) está por debajo de los estándares de protección mínimos fijados a nivel nacional e internacional. Esto indudablemente priva a su población y a las generaciones futuras de vivir en un ambiente sano y de alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible establecidos a nivel mundial.
del Inventario de Glaciares de la Cuenca del Río Andalgalá.
De todos modos, la actualización del Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos ha ampliado el área de cobertura y el detalle, con respecto al primer mapa que se confeccionó en 2010.
Si bien no se cuenta con una resolución muy detallada, en el nuevo mapa se observa a grandes rasgos que en el Departamento de Andalgalá tiene una importante cantidad de bosques nativos pintados de rojo (grado de máxima protección que no admite actividades productivas), especialmente los Bosques freatófitos de algarrobo de Pilciao, que rodean por el norte al Salar de Pipanaco (ecorregión del monte) y los bosques montanos de la porción del faldeo oriental del Aconquija que se introduce en la provincia, al norte de la localidad de Yunca Suma (ecorregión de las Yungas). Sigue habiendo poca superficie roja para el chaco serrano, especialmente para el "bosque protector" que rodea la cabecera de Andalgalá y sus localidades cercanas, no obstante si se le suma la parte en amarillo (grado de protección media que permite actividades productivas sin eliminar el bosque nativo), la superficie también es importante, aunque insuficiente a criterio de quien suscribe, pues allí además están las fuentes de agua de la zona más poblada del departamento.
actualizado en 2016 por el Gobierno de Catamarca,
en aplicación a la Ley de Bosques Nativos.
Serán materia de un análisis a futuro en el presente espacio los siguientes puntos vinculados al ordenamiento y la gestión del territorio detectados in situ, dentro del espacio geográfico analizado:
- Ausencia de gestión del hábitat
Una gestión adecuada del territorio (entendido como hábitat de la población) debería tender a mitigar el deterioro de las condiciones ambientales, los riesgos asociados a amenazas naturales y antrópicas, atender la adaptación al cambio climático, conservar la biodiversidad y áreas naturales, patrimoniales, culturales y paisajísticas.
Uno de los problemas habituales presentes en todos los entornos naturales de los centros poblados que crece con el tiempo (en la misma proporción que crece la población) es el deterioro de las condiciones ambientales y la exposición ante los riesgos asociados a amenazas naturales y antrópicas.
La falta de acciones concretas e integrales de concientización sobre la necesidad de cuidar el ambiente y conservar la biodiversidad y las áreas naturales, patrimoniales, culturales y paisajísticas, así como la falta de planificación y de control en cuanto a la localización y el impacto que pueden producir proyectos inmobiliarios y de inversión en actividades productivas, provoca efectos negativos en un ambiente caracterizado por su vulnerabilidad y fragilidad.
Se debe tener en cuenta que toda gestión del hábitat, desde su formulación hasta la toma de decisiones, debe ser participativa en todo sentido: libre, previa e informada. Esto necesariamente debe ser así por varios motivos, pero fundamentalmente porque es necesaria para preservar la paz social, porque las instancias participativas son intrínsecas de la institucionalidad democrática y porque está previsto en las leyes y tratados internacionales.
A partir de la determinación de la vocación territorial y de la implementación de mecanismos aceitados de consulta popular, se debería promover el desarrollo de una economía regional diversificada de alto valor agregado, generadora de empleo digno y con nuevas modalidades de organización productivas (economía social y cadenas de producción); que al mismo tiempo mantenga las pautas culturales, conserve el entorno que provee de los bienes naturales que dan vida a la sociedad y la economía local y asegure la supervivencia de la población local en su territorio.
Este desafío se vislumbra frente al surgimiento de un sistema productivo dual, signado por la presencia de una estructura productiva tradicional de la cual ha vivido la población y cifrado sus esperanzas; y otra de gran escala ajena a la vocación territorial local y el desenvolvimiento de las economías regionales, que (en la medida que la última sea impuesta sin dar lugar a un análisis crítico y el planteo de alternativas viables) nunca van a lograr integrarse, generando permanentemente conflictos sociales e impidiendo una economía equilibrada, equitativa y sustentable.
Más allá de una decisión regional a escala macro y muy genérica, en el mencionado documento no hay una zonificación del territorio conforme a los usos del suelo tales como: residenciales, comerciales, industriales, recreativas, administrativas, de equipamiento, rurales, extractivas, de áreas naturales protegidas u otras, determinadas sobre la base de la aptitud y factibilidad de uso, así como de potencial de recursos del territorio con criterios de sustentabilidad y conservación.
En este tipo de análisis para el ordenamiento del territorio se debería entender a la conservación de la naturaleza como lo que verdaderamente es desde el punto de vista conceptual: la síntesis armónica entre protección del ambiente y uso sostenible de los bienes naturales que sustentan la vida y la economía de los pueblos dentro de un entorno natural con procesos históricos sociales, que han ido configurando la vocación territorial de la región.
PROBLEMAS AMBIENTALES DETECTADOS EN EL ENTORNO DE ANDALGALÁ MEDIANTE OBSERVACIÓN SIMPLE
Contaminación con coliformes en el Río Andalgalá
Durante los relevamientos de campo se pudo apreciar que algunos ríos de la Cuenca de Andalgalá, que en ese momento estaban en época de bajos caudales, evidenciaban una alta eutroficación, perceptible a simple vista por la concentración de algas marrones y lodos viscosos, lo cual es un claro indicio de que en algún punto de la cuenca superior están siendo arrojados efluentes cloacales sin tratamiento.
En las áreas pobladas, los efluentes cloacales en la generalidad de los casos, se recolectan a través de una red y se tratan mediante sistemas que tras un proceso largo, devuelve el agua al ciclo casi totalmente descontaminada. Para ello se emplean plantas de tratamiento de efluentes cloacales que constan de piletas de pretratamiento mecánico, una serie de piletas de tratamiento aeróbico y anaeróbico y eventualmente piletas de clarificación y desinfección, para terminar vertiendo las aguas en un área de cultivos restringidos especiales (ACRE) para que los vegetales las absorban y devuelvan al ciclo. Desde ya, la ubicación de estas plantas de tratamiento debería ser siempre alejada de cuerpos y cursos de agua, así como acuíferos o napas subterráneas.
Las poblaciones que no cuentan con servicio de saneamiento colacal, se ven obligadas a tener pozos sépticos o lechos nitrificantes en cada una de sus casas. El riesgo de contaminación es mayor que cuando estas aguas se tratan todas en un solo lugar, por el básico principio ecológico de que un gran impacto ambiental restringido a un sitio puntual siempre va a ser menos perjudicial que varios pequeños dispersos, que en conjunto sumen como aquel.
Los efluentes cloacales que son arrojados a los ríos de montaña pueden contaminarlo en mayor o menor medida, dependiendo del caudal del río y la pendiente del mismo, que puede hacer las veces de oxigenación en el proceso de tratamiento de estos líquidos y de esta forma disminuir (aunque no eliminar) los efectos contaminantes de los efluentes arrojados. Mientras más caudal lleva el río y más pendiente tenga, menor será la posibilidad de que la contaminación por efluentes con alta carga de materia orgánica supere límites tolerables. No obstante, puede que los efluentes se diluyan con el caudal y la fuerte escorrentía, pero cuando el agua encuentra un remanso y/o el caudal disminuye, entonces la materia fecal y los demás deshechos similares pueden decantar en el suelo y volver a concentrarse, generando algas y lodos marrones, que pueden ser observados a simple vista en el lugar. Básicamente, la materia fecal arrojada al río se desintegra y diluye con la corriente pero no es que se disuelve o desaparece del agua, sino que son millones de partículas que quedan en el agua y que después, cuando disminuye el poder de arrastre del agua, se vuelven a juntar en el fondo o la orilla para volver a reconstituirse. Esta situación se puede apreciar a simple vista en el Río Andalgalá y su principal afluente, el Río Candado.
En Andalgalá se debiera estar monitoreando de forma permanente la calidad de agua de sus ríos, especialmente en la época de bajante, donde los contaminantes pueden estar más concentrados en el agua; puesto que de esos ríos depende la vida y la economía del lugar. Recordemos que del Río Andalgalá bebe la mayor parte de la población del pueblo y su entorno y se riega la mayor parte de los cultivos en el área rural circundante.
La contaminación con efluentes en el agua genera eutroficación (alta concentración de materia orgánica) y puede afectar severamente la salud de la población y la calidad de la producción agrícola y ganadera de la zona surtida por esas aguas. También puede afectar la actividad turística, ya que este tipo de contaminación genera olores nauseabundos y además la concentración de coliformes en las aguas da mal aspecto a un lugar que recibe visitantes, los cuales desde ya se irán ante la percepción de estos impactos que suelen ser muy perturbadores y contraproducentes para quienes visitan un sitio natural.
Se debe aclarar que los rasgos visibles de este tipo de contaminación son apreciables a simple vista en la época de bajante del caudal del Río Andalgalá (principalmente invierno y primera mitad de la primavera). En época de crecidas y aluviones (fines de primavera y todo el verano) las evidencias no son tan visibles, debido al arrastre de los mayores caudales. Eso no quiere decir que la contaminación desaparezca, sino que las algas están siendo transportadas y depositadas en otros sectores más bajos de la cuenca o sepultadas bajo el propio material que arrastra el río. Desde ya, el monitoreo permanente de la calidad del agua despejaría cualquier duda y si las condiciones no han cambiado, con la bajante volverán hacerse visibles las consecuencias de la eutroficación del agua.
En el Río Choya también se evidenciaron rasgos inequívocos de eutroficación del agua, presumiéndose que en este caso el origen de la contaminación orgánica podría estar siendo la sobrecarga ganadera de esa cuenca, que es menor en superficie a la del Río Andalgalá
Incendios de campos naturales con monte y bosques nativos
Durante los relevamientos en terrenos efectuados para la colecta de datos y fotografías destinadas a la guía para el reconocimiento de plantas nativas del Departamento de Andalgalá, se pudo percibir que se estaban produciendo incendios de campos naturales en diferentes partes del entorno donde se estaba trabajando.
La mayoría de estos incendios pudieron ser percibidos en la distancia, a lo lejos en los cerros, por la visualización del humo durante el día, la luminosidad de las llamas a la noche, el olor a humo en algunos casos y la intensa polución atmosférica vista en esos días, la que desde ya no es generada exclusivamente por el humo de los incendios en campos naturales, pero cuando se están produciendo es la principal causa de enrarecimiento del aire.
No obstante, en una ocasión pudo verse un incendio in situ, en la zona de Cuesta Capillitas, que a pesar de ser una zona accesible en vehículo y estuvo siendo informada la situación, no estaba siendo combatido.
Los incendios de campos naturales generalmente son obra de la mano del hombre, puesto que prácticamente no hay fenómenos naturales que generen fuego de manera espontánea en el medio natural, por más carga de material combustible que exista (hojarasca, pastos y ramas secas, mantillo, madera muerta, etc). La única excepción a esta regla es la caída de rayos en tormentas secas (o sea, que no precipitan lluvia) y las erupciones volcánicas (inexistentes en Andalgalá). Hasta el mito del efecto lupa en vidrios arrojados como basura es eso: un mito.
No existe ningún fenómeno natural, fuera de los mencionados, que pueda generar un fuego espontáneo en campos naturales con vegetación de pastizales, estepas, matorrales o bosques nativos, por más calor que haga, viento que corra o sequedad reinante. Esto es así, debido a un principio básico y elemental en la química y la física en combustión de la materia orgánica, que es que el punto de ignición espontánea de la madera ronda los 320ºC y la de la hojarasca o el pasto seco ronda los 230ºC. Ningún lugar de la Tierra alcanza esas temperaturas naturalmente por efecto del clima, consecuentemente detrás de los incendios en campos naturales está la mano dañina y/o negligente del hombre en un 99,9% de los casos. O sea que cuando vemos un incendio en la montaña o el bajo, alguien irresponsable ha acercado un fósforo a propósito con la intención de quemar la vegetación, o ha sido lo suficientemente negligente como para generar de manera culposa las circunstancias propicias para que el fuego se genere y propague (fuegos mal apagados o escapados en asados o campamentos al aire libre, colillas de cigarrillos arrojadas desde el auto, etc.). Existe la falsa creencia que el fuego es beneficioso para la ganadería, con la excusa de que después brotan mejor las especies palatables, pero no existe ningún estudio fitosociológico que pueda demostrar empíricamente esto; por el contrario, cuando los incendios de campos se escapan y bajo un contexto de crisis de cambio climático, los campos pueden quedar dañados e incluso el mismo ganado puede ser alcanzado por el fuego, cosa que es muy frecuente cuando los incendios de campos naturales adquieren grandes dimensiones.
Los impactos ambientales de los incendios naturales son numerosos, severos y de larga persistencia en algunos casos: los incendios generan la desaparición repentina y total de la cobertura vegetal de un ambiente natural, esto puede generar deflación (voladura del suelo por acción del viento), aluviones o deslaves, inundaciones, turbidez en el agua de los ríos, migración de la fauna, contaminación o desecación de las aguas, aumento de la temperatura local en el verano y disminución en invierno, por la eliminación de la vegetación, que es su regulador natural. Desde ya, ni hablar del daño que generan a nivel global, con la enorme emisión de gases de efecto invernadero que implica un incendio de campos por la combustión de un volumen sideral de biomasa, contribuyendo de esa manera al fenómeno del cambio climático global, que tan comprometido tiene la sobrevida del hombre como especie sobre la faz de la Tierra. Los impactos en la población también pueden ser diversos: mientras se producen los fuegos en campos naturales, el humo que respira la gente puede generar afecciones respiratorias y luego también la polución generada por la voladura del suelo; las cenizas y el carbón pueden contaminar el agua que bebe la población; con la eliminación de la cobertura vegetal en zonas con fuertes pendientes, se pueden producir aludes de lodo y deslaves que pueden generar inundaciones o aluviones aguas abajo, donde se asienta la población, con daños y pérdida de vidas humanas; la productividad de la tierra disminuye, así como también la valoración para el uso turístico de la región: está comprobado que la percepción del visitante en un campo, montaña o bosque quemado es muy negativa.
La única forma de terminar con los incendios es identificar a quienes hacen fuego en el campo y aplicarles sanciones en concordancia con el daño que producen, así como también a los dueños de esos campos; y por el otro lado, contar con sistemas de alerta temprana y campañas de prevención.
PROBLEMAS AMBIENTALES DETECTADOS MEDIANTE EL USO DE HERRAMIENTAS DE TELEDETECCIÓN
Riesgo aluvional
Desde tiempos históricos se tiene conocimiento, ya sea mediante registro escrito o de manera oral por el relato de antiguos pobladores, que Andalgalá ha sido castigada por aluviones que bajan desde el Aconquija por el río que lleva su nombre, provocando víctimas y daños severos. Desde ya, el riesgo que un fenómeno de esa naturaleza vuelva a ocurrir está...
La cuenca activa del Río Andalgalá tiene una superficie de 22.500 hectáreas aproximadamente, hasta el sector de La Tona, que es donde se hace la captación de su caudal para consumo humano y riego. De acuerdo a este dato, se trata de una cuenca de captación relativamente pequeña, por lo que resulta muy llamativo, no la ocurrencia de estos fenómenos en sí, sino la violencia de los mismos y sus consecuencias.
La explicación a esto radica en la fuerte pendiente que tiene el tributario principal en todo su recorrido, el cual además es relativamente largo, ya que la cuenca es de forma más bien alargada.
En números concretos, el tributario principal de la cuenca salva un desnivel de casi 4.500 metros en 42 kilómetros de recorrido. Esto quiere decir que en promedio la pendiente es de 10,7%, o sea que por cada kilómetro de recorrido salva 107 metros de desnivel. Pero el máximo es de 36,5%, o sea que en su alta cuenca salva 365 metros por cada kilómetro de recorrido. Con estas pendientes y distancias, la población prácticamente está expuesta a aluviones, que además de violentos, pueden ser muy repentinos, debido a la aceleración que puede adquirir un aluvión recorriendo tanta distancia salvando grandes desniveles, dada la fuerte pendiente.
Estos números explican por sí solos la vulnerabilidad ambiental de Andalgalá a estos fenómenos que se han producido en el pasado y que pueden volver a ocurrir, teniendo en cuenta que además nos encontramos bajo un contexto de cambio climático global, cuya principal característica es el aumento en la frecuencia de fenómenos climáticos extremos.
Desde ya, a nivel local no estamos en condiciones de manejar el clima, pero sí se pueden adoptar ciertas decisiones que contribuyan a mitigar los efectos de los aluviones. Las obras hidráulicas desde ya son necesarias y por eso se han realizado para proteger la zona donde se asienta la mayor parte de la población. Sin embargo, si no se adoptan otras medidas para preservar la integridad natural físico-biológica del territorio comprendido por la cuenca, poca utilidad tendrán estas inversiones ante fenómenos excepcionales potencialmente peligrosos.
La conservación de la naturaleza en el territorio de la cuenca del Río Andalgalá es una necesidad, por dos motivos muy contrapuestos: 1) porque es el sustento de la población y 2) porque puede ser su "espada de damocles" ya que un aluvión puede ser muy peligroso para la población.
Las medidas principales a tener en cuenta son:
1) Preservación de los glaciares: Es preferible que en la alta cuenca el agua permanezca retenida en estado sólido que fluyendo en estado líquido.
2) Preservación de la cobertura vegetal: La vegetación es fundamental para retener la humedad y lentificar el escurrimiento del agua en zonas con pendientes fuertes. Su follaje evita que la lluvia golpee directamente en el suelo, haciendo que el agua tenga que hacer un largo recorrido por los tallos y troncos de los árboles, antes de llegar al suelo, dando tiempo además a una primera absorción. Además, las raíces de los árboles evitan la erosión, que puede acelerar el escurrimiento e incrementar los caudales y la cantidad de sedimento arrastrado que se incorpora a los aluviones y agrandan su poder destructivo. Se estima que un bosque puede retener 300 veces más agua que el suelo desnudo, y un pastizal 30 veces más agua que el suelo desnudo. Los bosques además van liberando el agua de a poco, con lo cual se vuelven reguladores naturales del caudal y como el escurrimiento es más lento en los ambientes boscosos, también el agua está más limpia. Se estima que un bosque protector reduce la velocidad de escurrimiento de la creciente de un río del 30 al 50%. Por todo esto es muy importante preservar todo el bosque protector de la cuenca del Río Andalgalá.
3) Preservación del suelo: En una zona con fuertes pendientes y desniveles, el suelo es un componente frágil de la cuenca. En los sectores altos, los suelos son más bien rocosos y su destrucción natural es por meteorización y gravedad, lo que genera conos de escombros en los que los detritos o rocas se desplazan hacia abajo hasta que encuentran un obstáculo o la pendiente se suaviza, en estos sectores el agua tiende a infiltrarse, siendo relativamente bajo el riesgo de un escurrimiento violento, aunque no es nulo. En la Cuenca del Río Andalgalá el nivel más bajo con estas características es a los 4.500 metros de altitud, de ahí pra abajo los rasgos de escurrimiento superficial y arrastre de sedimentos son predominantes. En las áreas glaciares y periglaciares, el suelo se mantiene cohesionado por el hielo en su interior, con lo cual también es bajo el riesgo aluvional. Pero ya más abajo, el suelo pasa a ser una cobertura sedimentaria del sustrato rocoso, que puede ser removida por el viento y las lluvias. Es en estos sectores donde se debe propender a su preservación. Los ambientes de suelo más frágil son aquellos de mayor pendiente y donde la vegetación es escasa o baja, sobre todo si no hay bosque protector. La remoción o movimiento del suelo en estos sectores aumenta significativamente el riesgo de erosión y deslave, aportando material sedimentario a los aluviones, lo que lo puede volver más violento, sumado a que además su velocidad también aumenta. Por todo esto es fundamental preservar el sustrato sedimentario (especialmente en los sectores altos y medios de la cuenca con mayores pendientes), evitando los movimientos de suelo o su remoción, así como el mantenimiento de la cobertura vegetal.
4) Evitar los incendios en campos naturales, punto ya detallado anteriormente.
La preservación de la cuenca del Río Andalgalá es una medida prioritaria que debería implementar el Estado y reclamar la población si así no ocurriera, para asegurar la provisión de agua en calidad y cantidad, así como para resguardar su integridad y bienes ante la ocurrencia de fenómenos climáticos excepcionales, que ante un contexto generalizado de cambio climático global, serán más posibles y frecuentes. De ello depende en gran medida la supervivencia a futuro de Andalgalá como centro poblado y área productiva.
Se han indicado en el gráfico del perfil de pendientes algunos puntos destacados en el recorrido. Nótese que la mayor pendiente está entre los 3000 y los 4500 m.s.n.m., coincidiendo con los sectores de suelo más frágil, que se ubican por encima del bosque protector y por debajo de los ambientes periglaciares y el predominio de suelo rocoso, donde se inician las líneas de escorrentía.
Por lo tanto, la medida más pertinente para mitigar las consecuencias de una crecida catastrófica es conservar el estado natural de la cuenca.
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